Dunedin, pingüinos, Momorangi Bay, jardineros fieles y una llamada inesperada

Tras nuestra llegada a Dunedin debíamos descansar un poco para coger el día siguiente con ganas, por lo que descansamos en casa de Michelle y Hunter con la compañía de Pia y Johannes.

Al día siguiente queríamos visitar Dunedin durante todo el día, pero el problema es que las ruedas de nuestro coche hacían un ruido extraño  al tomar las curvas, por lo que decidimos que antes de continuar conduciendo debíamos pasar por el taller. Michelle rápidamente nos organizó una cita con su mecánico y fuimos a visitarle por la mañana temprano. Resultaba que después de todo parecía ser un problema de alineamiento de ruedas por lo que nos mandó a visitar a otro mecánico que se encargaba de eso. Dejamos el coche en el segundo mecánico pensando que lo recogeríamos en 30 minutos, nos fuimos a tomar un ‘real fruit ice cream’ y a la vuelta resultó que tuvimos que dejar el coche durante todo el día porque había una pieza rota. Bueno el caso es que de alineamiento poco, y el cambio de pieza pues estupendo, pero el coche sigue haciendo el mismo ruido a día de hoy después de habernos dejado  200$ en el mecánico. Nosotros nos decantamos por un desgaste de ruedas…  Y es que le hemos hecho unos 20.000 km al coche en 2 meses y las carreteras aquí son odiosas!! No hay que más pasearse por la calle y echar un vistazo a las ruedas para darse cuenta de que problema es de todos! Todo el mundo lleva las mismas ruedas hechas polvo, y por supuesto  su telaraña de bienvenida (no sabemos si hemos contado esto pero es característico en NZ llevar una enorme telaraña en alguna parte de tu coche… Aunque no la quieras es obligatorio, tú la quitas y aparece al día siguiente como por arte de magia).

Por lo demás, la ciudad de Dunedin es una de las mejores de la isla sur con diferencia, es una ciudad llena de gente joven, tiene universidad y la mayoría de la población suele estar de paso, pero tiene algo de arquitectura diferente. Destaca su estación de trenes y sus mosaicos en los suelos que la hacen más especial si cabe, también tiene una fábrica de chocolate de la que presumen bastante, una de las mejores cervezas de NZ se elabora aquí y un museo interactivo bastante entretenido (aunque es un museo aquí, porque tienen poca historia puesto que en España equivaldría a una cacharrería. Con estilo, pero cacharrería).

La verdad es que fue una locura de día entre idas y venidas al mecánico, no tuvimos mucho tiempo para disfrutar de ella y la dejamos pendiente para volver y dedicarle el tiempo que se merece, puesto que las playas hemos oído que son bastante espectaculares aunque la temperatura no acompañe puesto que es algo frío.

Ese mismo día pudimos habernos quedado a dormir en Dunedin también pero Michelle tenía visita y tras llevarlo a consenso decidimos, junto a Johannes y Pia, que lo mejor sería poner rumbo a Oamaru y ver si llegábamos a tiempo de ver los pingüinos… Dicho y hecho.

Salimos a las 6 de la tarde con nuestro coche recién “reparado” y tras despedirnos de la familia Hawker pusimos rumbo a Oamaru. Eran unas 2 horas de coche y el objetivo era llegar antes de las 9 así que no había problema. Algo curioso de Oamaru es que tienes un gran anfiteatro lleno de turistas que pagan 50$ por ver a los pingüinos, pero si esperas en el parking de coches puedes ver a esos mismos pingüinos pero 30 minutos más tarde, por lo que evidentemente esa era nuestra opción. No mucha gente conoce esta historia y nosotros la conocimos gracias a que Johannes y Pia ya habían palmado 100$ hacía un mes por ver a los pingüinos… El caso es que estuvimos esperando un rato hasta que aparecieron, y resulta bastante gracioso ver a los pingüinos chiquitines cruzando la carretera rodeados de personas expectantes manteniendo las distancias, y una persona con un chaleco reflectante naranja que se hace llamar ‘el abogado de los pingüinos’ decide lo que se puede acercar la gente y lo que no, y cuando pueden pasar o no los coches. Por cierto que este mismo día en el parking nos encontramos un mes después con Segio y Aurora, una de las parejas que estuvo con nosotros en año nuevo en Wellington y no sólo eso, sino que estaban alojados en el mismo camping en el que nos íbamos a alojar nosotros, y que no estaba precisamente cerca!! A 25km ni más ni menos, pero que había recibido el año anterior el premio al mejor camping de NZ.

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Al día siguiente todos nos separábamos, Johannes y Pia se iban hacia el norte de la isla sur directos, Sergio y Aurora se dirigían a Queenstown puesto que venían del norte y nosotros poníamos rumbo al norte pero parando en Christchurch por lo que tras las correspondientes despedidas nos pusimos a ello.

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No distaba mucho Oamaru de Christchurch, y menos de la península de Banks que es donde decidimos hacer nuestra primera parada. Por cierto a Oamaru también le debemos una visita pero solo si viene de paso. Como veníamos diciendo fuimos a la península de Banks, que son como 7 puertos con sus respectivas bahías que nacen de la formación de un volcán en el centro de ellos. Se pueden hacer unas fotos de paisajes espectaculares, la ciudad principal en esta zona es Akaroa y a esta área le llaman Little France, pero a decir verdad lo único por lo que nos recordó a Francia esta zona fue por la estupidez que dominaba a la dependienta del camping… Ya les gustaría a los franceses tener esas bahías y ya debe joderles a los neozelandeses tener lo peor de Francia (los estúpidos mayores!).

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Ya estábamos muy cerca de Christchurch (CHCH) por lo que al día siguiente llegábamos seguro, y así fue. Llegamos a CHCH y resultó que nuestra guía de Nueva Zelanda no estaba actualizada… Y claro pues no volvimos un poco locos, es que sin guía no somos nadie. Hace aproximadamente 2 años y unos meses que esta ciudad fue sacudida por un terremoto en repetidas ocasiones con la tan mala suerte de que (esto lo escribimos mientras una araña se desliza por la pantalla del ordenador y es que en NZ hay mile mile mile mile d’araña)  el centro de la ciudad está completamente derruido aún a día de hoy, es de locos, ¿cómo puede ser que tras 2 años siga la zona acordonada? Por lo visto están teniendo bastantes problemas con las compañías de seguros y esas cosas. El caso es que a día de hoy para que los comercios, que antes formaban las calles peatonales del centro de la ciudad, puedan continuar con su cometido, han hecho en las zonas aledañas una ciudad comercial formada por contenedores de barcos con múltiples colores y que le da la zona un aspecto muy moderno y cosmopolita, además hay espectáculos a todas horas y es diferente del resto de las ciudades neozelandesas, aunque tampoco distaría mucho de no ser por aquel desgraciado incidente que por otro lado les está dando la oportunidad de renovarse y ser diferentes.

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Como podéis imaginar esa noche también dormimos en un camping, algo caro como era de esperar, puesto que estaba en la ciudad (si! Campings en las ciudades! Y más de uno!), pero no estaba mal del todo. Además no podíamos estar mucho tiempo en CHCH puesto que nos habíamos puesto en contacto con Rudy, un amigo de un amigo… ya sabéis como funciona esto, que nos podía ofrecer algo de trabajo en su jardín y quizás también con sus vecinos. No teníamos mucho tiempo tampoco para llegar hasta Nelson (donde vive Rudy)…

Luego seguimos con esta historia ya que la siguiente parada sería para realizar una visita inesperada de nuevo a Johannes y Pia que estaban de relax en Momorangi Bay, en la Queen Charlotte drive, una carretera de 30 km con miles de curvas súper cerradas y paisajes extraordinarios. El caso es que pronto llegamos hasta donde nos habían dicho que estaban, aunque ellos pensaban que estábamos de camino a Nelson. El lugar era paradisíaco, en medio de fiordos puedes ver una bahía súper tranquila rodeada de verdes montañas y exuberante vegetación, pero lo más importante de todo es que puedes ver muy poca gente, así que genial para descansar.

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Como ya se nos venía haciendo tarde, después de la última despedida de Johannes y Pia  y definitiva creemos hasta que volvamos a Europa, pusimos rumbo a Nelson para visitar a Rudy y que nos explicase de qué iba el trabajo nuevo en el que estaríamos hasta que encontrásemos algo.

Recapitulamos… Rudy es un hombre holandés que vive en NZ hace unos 25 – 30 años y que viene siendo un ricachón con hobbies de ricachones, ojo! Muy buena gente pero ricachón. El caso es que es ingeniero y su mujer es fisioterapeuta, él trabaja desde casa y se dedica en su tiempo libre a volar aviones teledirigidos, pero no cualquier tipo de avión… Tiene unas gafas con las que puede ver la imagen que recibe desde la cámara que llevan incorporadas cada uno de sus aviones… Pero no acaba aquí la historia!! Que si mueves los ojos, se mueve la cámara! Es otro rollo! Viven en una casa en medio de una colina que ha medio destrozado para poder acceder a su casa, y como la destrozó en su día ahora está intentando repoblar las laderas del camino que lleva a su casa, y ahí entraba nuestro cometido… Consistía en arrancar malas hierbas y pulverizar con un veneno alrededor de lo que él había plantado (buenas hierbas), puesto que esas malas hierbas quitaban agua a sus plantas.

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Para que os sigáis haciendo una idea de lo interesante del asunto, os adelantamos que también contaba con un  sistema de plantas que purifican las aguas fecales para volver a reutilizarla en sus tareas de riego y abono,  y tiene en proyecto hacerse otra casa al lado de la que tiene, construida en el interior de la ladera (a lo Hobitton) con una piscina subterránea y mil historias más. También usan placas solares para proporcionar toda la energía necesaria en casa, producen su propia miel con sus propias abejas y un sinfín de cosas de ricos más.

¿Y qué pretende hacer con la casa que tiene ahora cuando se construya la nueva? Pues cedérsela a los Wwoofers!! Ya entraremos a hablar del concepto Wwoofing más adelante porque no estamos nada de acuerdo con él, y aquí es algo que se lleva mucho. El concepto de Wwofing en su día nació para consistir en una especie de intercambio entre un propietario de una granja ecológica y un inquilino. Consistía en  trabajar 4 horas a cambio de alojamiento y comida… Actualmente el concepto ha cambiado, y para nosotros en la mayoría de los casos viene siendo una explotación de personas que quieren gastar menos, pero ya hablaremos de este concepto más adelante que tiene mucha tela…

Bueno, el caso es que estuvimos trabajando para Rudy y para sus vecinos durante 4 días, alojándonos en el camping más grande de toda NZ (realmente enorme) junto a la playa y con unos días que recordaban a esos días de playa en España con los amigos, la única diferencia era que estábamos sin amigos! Nelson tiene un clima envidiable y puedes encontrar de todo, no es ni grande ni pequeño del todo y posee todo tipo de establecimientos, nos sorprendió mucho aunque probablemente es también tan tranquilo como el resto de la isla sur.

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Tras nuestros días como jardineros para gente rica, porque el que no tenía aviones y catamaranes se construía casas en medio de la Queen Charlotte drive con helicópteros y coleccionaba coches antiguos, recibimos por fin la llamada que llevábamos esperando desde hacía mucho tiempo. Se puso en contacto con nosotros Verónica, la encargada de Magic Memories en Hanmer Springs, una llamada que tanto tiempo llevábamos esperando después de intercambiar varios correos electrónicos. Llegaban buenas noticias, podíamos trabajar en Hanmer Springs en las Hot pools como fotógrafos y debíamos estar allí en 4 días… Por lo que en el siguiente post os comentamos cómo llegamos a Hanmer Springs, como va o fue el trabajo y la ruta por el Abel Tasman Park antes de llegar a Hanmer Springs.

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