De paso por Roma, Abu Dabhi, Singapur, Brisbane…

Roma! Esa era la ciudad en la que hicimos nuestra primera parada.

Día 11 por la mañana,  ya nos entraban los nervios… Más bien hacia días que nos invadían los nervios! No porque nos fuésemos lejos de casa, eso ya estaba superado (nada más lejos de la realidad) sino porque era el aniversario del atentado de Al-Qaeda en EEUU. Nos levantamos pronto, nos dirigimos al aeropuerto a sabiendas de que esas iban a ser las imágenes que retendríamos en nuestra retina por una larga temporada, las despedidas de la familia nunca son agradables, por supuesto íbamos un poco tristones, pero allí estaban Cris, Nuria, Ennio y el pequeño Luis esperando nuestra cola de facturación del aeropuerto para marcarnos el camino, una sorpresa mayúscula que nos hizo la espera mucho más llevadera.

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Llegamos a Roma… haciendo uso de airbnb.com (esta vez descartamos CouchSurfing). Encontramos alojamiento, no era el mejor del mundo, pero teniendo en cuenta la antelación con la que habíamos reservado y el precio, todo resultó bastante bien al final. Estaba cerca de San Giovanni,  y aunque era un apartamento pequeñito, era más que suficiente para nosotros. Establecido nuestro campo base nos dirigimos a ver la ciudad. Borja todavía no había estado nunca en Roma, pero hizo uso de la experiencia de Natalia en la ciudad eterna como guía turística, a la que más tarde cambiaría por otro guía inesperado.

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Bueno pues aquí nos dedicamos al turisteo más que nada, lo primero que hicimos fue ir a comer un buen trozo de pizza. San Giovanni fue nuestra primera parada esa misma tarde, desde aquí continuamos bordeando el Coliseo y el Circo Massimo hacia el Trastevere, donde hicimos algunas fotos casi de noche y nos deleitamos con la cena. La vuelta a casa fue cansada después de un largo pateo, pero finalmente llegamos y pudimos descansar, ya que al día siguiente tocaban platos fuertes

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Nos despertamos pronto y nos dirigimos al Coliseo donde después de un buen rato de cola conseguimos entrar, sorprende como algo que recibe tantísima gente cada día y que tiene tantos años, a día de hoy sigue en pie. La siguiente parada obviamente era el Foro Romano que queda justo enfrente, estuvimos paseando y aprovechando el tiempo ya que marcaban lluvias y sin embargo nos sorprendió el sol. Tras pasear entre las ruinas de la antigua ciudad romana y sorprenderse con lo maravillosos arcos esculpidos y las cúpulas que aparecen en cualquier esquina pusimos rumbo a Piazza Venezia, donde más que la plaza te sorprende el monumento Vittorio Emmanuelle, con ese mármol blanco resplandeciente y la inmensidad de sus esculturas. Que aquí en Roma todo se construye a lo grande, pero algunas pues sorprenden más que otras.

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Ya se nos hacía la hora de comer y llegamos a un sitio del que Natalia guardaba buen recuerdo y estaba repleto de placas de recomendación de la guía de viajes Routard, (por cierto, que nos hemos dado cuenta a lo largo de nuestros viajes de que los sitios donde normalmente la gente local te dice que vayas, suelen estar recomendados por esta guía, por lo que hemos llegado a la conclusión de que la guía Routard es una buena guía gastronómica, aunque nuestra favorita siga siendo la Lonely ;)). El caso es que el sitio estaba muy bien, cogimos fuerzas suficientes para continuar la marcha hacia el Ponte Sant’Angelo, eso sí, helado en mano! Desde el puente hicimos un par de buenas fotos del Castel de Sant’Angelo, y seguimos la ruta hacia Piazza Navona, que por supuesto estaba a rebosar de turistas. Desde allí al Panteón, a observar su inmensidad y su cúpula abierta desde dentro. El día llegaba a su fin para nuestra piernas, pero aún quedaba sentarse de espaldas y tirar la monedita al aire en la Fontana di Trevi, en la que por cierto nos tuvimos que pelear para llegar hasta abajo, y de allí a Piazza Spagna y Piazza del Poppolo. Como podéis imaginar ya estábamos destrozaditos, así que lo siguiente era sacar los billetes de metro para llegar a casa que al día siguiente teníamos que visitar el Vaticano y además por la noche salía nuestro primer vuelo largo hasta Abu Dhabi.

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Nos fuimos de buena mañana hacia el Museo Vaticano para hacer la cola, llegamos allí y esperamos como todo hijo de vecino, pero había algo diferente y es que algunas de las personas que pasaban saludaban al que iba inmediatamente delante nuestro y este contestaba con alegría y de vez en cuando con algún «yo conocía a Celia Cruz» o «yo cené con…» lo que nos hizo intentar averiguar de quien se trataba hasta que en una de esas se giró y nos empezó a explicar algunas cosas interesantes para ver dentro del museo, no acabábamos de saber quien era aunque nos resultaba familiar, hasta que continuamos con la charla e intercambiamos el e-mail, era Enrique del Pozo (siempre que hemos comentado esto a algún conocido, nos responde «El de Enrique y Ana!» así que ese es. La verdad es que resultó muy majo y agradable con nosotros, él estaba esperando a una amiga que tardó en llegar pero al final casi sobre la bocina ahí estaba, era Mar Regueras, que probablemente os suene de series de tv de España, aunque seguro que ha hecho muchísimas mas cosas. El caso es que ha día de hoy se encuentran los dos llevando a cabo proyectos en Roma y coincidimos con ellos.

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Enrique es un amante de Roma y ha visitado en numerosas ocasiones el Museo Vaticano y se sabe buena parte de las historias que rodean las obras de arte que allí se encuentran y ya que se disponía a hacer de guía para Mar, nos ofreció acompañarles en la visita y nos apuntamos a ello. Por lo que pasamos un rato muy agradable y divertido hablando de sus y nuestras aventuras, nosotros sorprendidos con el mundillo que ellos frecuentan y ellos alucinando con nuestras historias y sobretodo con nuestros métodos de alojamiento. Concluimos la visitas guiada y separamos nuestros caminos, a todo esto… Es increíble la cantidad de obras de arte que tienen metidas allí dentro!

Nos quedamos con las ganas de volver a Roma e invitarles a una cervecita en agradecimiento por los servicios prestados, pero será mas adelante,puesto que nos queda un poco lejos ahora mismo.

Salimos del Vaticano y nos pusimos en marcha a recoger maletas y rumbo al aeropuerto, que nos esperaba un largo recorrido pasando por Abu Dabhi, un inesperado Singapur y un esperado Brisbane que resultó más complicado de lo que debiera… Pero todo esto ya os lo contamos en el siguiente post!

Fuera telarañas! Estamos de vuelta!! (fotos llegarán pronto! De momento es lo que hay… :( )

Hola gente!! Como podéis ver empezaban a salirle telarañas al blog, había muchos rumores acerca de porque habíamos dejado de escribir, desde enfermedades incurables que acabarían con nuestras vidas, pasando porque habíamos montado nuestro propio negocio en alguna paradisíaca isla del pacífico hasta la más inverosímil… que éramos unos vagos!  Así que hemos pensado que ya va siendo de contar la verdadera historia…

Decidimos abandonar Nueva Zelanda en vista del frió que empezaba a invadir nuestro cuerpo, iba a ser temporal, ya que el mundo no nos dejaba cambiar el invierno por el verano ya cambiamos nosotros de hemisferio. Nos íbamos a Tailandia a pasar unos días con Paloma y Juanca que habían tenido el detalle de pagarse unos vuelos en los tiempos que corren por aquellas tierras.

Así que llegamos a Tailandia con dos días de antelación para tenerlo todo preparado y exprimir el tiempo al máximo, llegamos a Bangkok y pese a haber estado ya en Tailandia antes, tuvo el detalle de sorprendernos con sus calles llenas de vida, comida, colores y olores, sobretodo olores. Pronto llegaría nuestra visita y no cabía otra que darles la bienvenida por todo lo alto (era su primera vez… en Asia, no os liéis!). Después de explorar la zona, encontramos un hotel medio decente (por decir algo) fuera de Khao San road ya que por esta zona no fuimos capaces de encontrar nada bueno y a un precio razonable, así que una vez teníamos todo más o menos localizado nos fuimos a por ellos, a esperarles al aeropuerto. Allí estaban, se retrasaron en la aduana con los pasaportes pero al final aparecieron por la puerta, pensábamos que llegarían destrozados pero nada más lejos de la realidad, dejamos todo en el hotel y nos fuimos a cenar algo a Khao San, la calle más turística de Bangkok y probablemente de Asia, aquí viven hacinados miles de backpackers que llegan a la ciudad a diario. Tras probar su primer pad-thai (plato típico thai) y experimentar sus primeros regateos nos fuimos a descansar que había que empezar con ganas.

Empezamos lo que quedaba de viaje, que era todo y había mucho que ver, pues lo típico que si un templo, que si me compro algo porque está muy barato, que si otro templo, que si no quiero plátanos, no! Piña tampoco! Que si un pad-thai…y así todos los días en Bangkok… 

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Después de la primera toma de contacto con el país, empezaban lo que eran las verdaderas vacaciones, nos íbamos a las islas, un poco de marcha y otro de relax absoluto. La primera parada previo paso por Pukhet fue Koh Phi Phi, una de las islas más turísticas de Tailandia pero no por ello menos espectacular, llena de vida nocturna y gente joven que por el día aprovecha para dormir en la playa o como nosotros para irse de excursión, la más típica es la de coger un barquito de cola larga con el que te llevan a la isla de monos (10 min) luego te pasean por la zona, te dejan tirarte en una zona para hacer snorkel y luego sigues hasta Maya Bay donde se rodó la película de La Playa, nosotros contamos con una atracción turística extra, fue la pareja de chinitos que no sabían nadar y se las veían canutas para mantenerse a flote, aunque estaban deseando parar para irse al agua y mantener una lucha permanente por su vida.

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Al día siguiente nos íbamos a descansar un poco a Koh Lanta, aquí todo fue mucho más tranquilo, el único sobresalto fue ver las habitaciones que le habíamos contratado la noche anterior desde Koh Phi Phi a nuestra amiga Lola, una mujer de unos 60 años que tiene un pequeño local, lleno de folios escritos por todos sus clientes de todo el mundo, en medio de Phi Phi en el que se dedica a vender viajes por la zona y reservar hoteles en otro islas, es algo así como una agencia de viajes pero a pequeña escala. Sabíamos que no era buena idea reservar nada sin verlo antes por muy buena pinta que tuviesen las fotos pero en este caso reservamos para una noche porque incluía el transporte  que muchas veces (como en este caso) suele salir casi más caro que una noche de hotel. Una vez confirmado el fiasco había que buscar otro hotel para el día siguiente, aunque esas cosas van saliendo solas en estos sitios, así que no nos volvimos locos tampoco, nos fuimos a comer y a descansar a la playa, por la tarde nos echamos una partida de vóley con unos chicos que había allí (quizás los únicos que había en toda la playa) y nos recomendaron un hotel al lado del nuestro que estaba regentado por una pareja de gays australianos de unos 55 años y llevaban 2 años con el negocio.

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Pasamos la noche en nuestro magnífico hotel del que según Lola, la amiga de Koh Phi Phi que probablemente tenía un nombre en cada idioma, no íbamos a tener pega ninguna y nos dirigimos al que nos habían recomendado la tarde anterior en aquella partida de vóley (por cierto Juanca y yo ganamos, tras un primer set de calentamiento un poco dubitativo, que por cierto perdimos) mientras Nat y Paloma la dedicaban a las artes ancestrales  y es que aunque no hemos dicho nada disfrutamos de varias clases de yoga a lo largo del viaje. El hotel este no tenía nada que ver con el del que veníamos, esto si parecían unas vacaciones de relax total, ahora sí, habíamos conseguido lo que veníamos buscando. Por si alguna vez pasáis por Koh Lanta os dejamos el nombre, Ancient Realm Calm Spa, barato, frente al 7eleven en que puedes disfrutar de unas hamburguesas por 30 baths a cualquier hora del día como hacía Juanca y muy cerca de la playa y el Why not?, probablemente el mejor local de la isla (para nosotros lo era).

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Pasamos varios días entre piscina, playa, jogging con elefantes y monos, apuestas por comidas exóticas (nunca debimos hacerlo), rutas en moto y noches en el Why not? (de aquí salió el primer tattoo de Juanca y Paloma juntos…) Llegaba la hora de abandonar la isla y había que organizar la salida ya que el tiempo empezaba a cambiar y no pudimos hacer la última excursión que teníamos contratada por las condiciones meteorológicas. Fuimos a hablar uno de los dueños del hotel (el que maneja el cotarro, el otro era mero espectador)  y le dijimos de dejar todo pagado para poder salir al día siguiente en el primer barco que fuese posible, nos dijo que no hacía falta que a la mañana siguiente, que no pasaba nada, nos parecía algo precipitado puesto que a las 8 debíamos estar subidos en el coche de camino al puerto y ellos viven en otra zona de la isla y llegan sobre esa hora y tenía que hacernos los billetes para el barco y todo pero bueno… confiamos en él. Pues bien… al día siguiente amanecimos con una tormenta tropical sobre nuestras cabezas, allí no llegaba nadie y había un tailandés volviéndose loco porque tenía que recogernos junto con más gente pero no podía porque todavía no teníamos los billetes… Un follón que se iba haciendo cada vez más grande, tras intentar hacernos con los dueños y no conseguirlo, al final decidimos dejarle una tarjeta con nuestro e-mail y ya nos dirían lo que les debíamos… Conseguimos llegar al barco justos de tiempo pero estábamos todos, habíamos tenido un viaje en coche un poco movidito y las olas del mar junto con los cambios de barco en alta mar tampoco ayudaron por lo que Juanca tuvo un viaje complicado, pero del de Borja mejor no hablar. Vaya viajecito!!!

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Llegados a Pukhet, la mafia, todo fue bastante más sencillo, allí solo pasaríamos dos día para acabar cogiendo un vuelo al día siguiente con rumbo a Bangkok de nuevo, donde nos quedaban muchas cosas por hacer todavía.

Pasados los días en Bangkok, Juanca y Paloma volvían a casa y nosotros nos disponíamos a continuar la aventura, nuestra siguiente parada era India, llegaríamos a Calcuta para luego continuar hacia el oeste hasta Nueva Delhi.

Salíamos hacia India, con la emoción y ansiedad que ello implicaba, estábamos un poco cansados de eso  que dice mucha gente  “si no has estado en India no has estado en Asia…”

Pues la llegada fue chocante, no nos vamos a engañar, sí que es verdad que está todo mucho menos desarrollado que en cualquier parte de las que habíamos estado hasta el momento, más que menos desarrollado diremos que menos limpio, vamos que hay basura por todas partes, que no les importa en absoluto y conviven con ello de la manera más natural que hayáis visto en vuestra vida. Salimos del aeropuerto, cogimos un taxi rumbo a la zona de backpackers de Calcuta y a nuestra llegada nos sorprendió la poca cantidad de gente extranjera que vimos, pensábamos que iba a haber muchos más turistas de los que encontramos. Nos pusimos a lo nuestro, a buscar hotelillos en los que poder alojarnos, no fue nada fácil encontrar algo que se adecuase a lo que buscábamos, es más no lo encontramos nunca, pagamos mucho más de lo que pensábamos pagar y habíamos estado en sitios mejores en Tailandia y Vietnam por un precio mucho menor y se suponía que India iba a ser lo más barato que íbamos a ver en nuestras vidas, en cuanto a comidas no lo negamos, pero en alojamiento… malo, muy malo! Y no tan barato como pueda parecer si lo comparas con el resto de Asia.

Pasamos el día en Calcuta más que disfrutando de ello, pensando en cual sería nuestra próxima parada y sobre todo cuando, así que nos dirigimos a buscar la estación de trenes para salir el día siguiente hacia Varanasi, la encontramos pero estaba cerrado (la de turistas, puesto que tienen una para indios y otra para guiris) así que volvimos al día siguiente. De camino de vuelta nos entretuvimos observando a nuestro alrededor, puedes pasarte días sin dejar de mirar y sorprenderte, llegamos al hotel y ya un poco hambrientos decidimos pedir algo para cenar, esto marcaría el punto de inflexión que definiría nuestro futuro. Nos trajeron lo que pedimos a la habitación y comimos lo que nos pareció conveniente sin saber los resultados que eso conllevaría.

Al día siguiente salimos por la tarde hacía Varanasi, eran muchas horas de tren y cogimos una clase medio apañada, al cogerlo en la oficina de tren para turistas se supone nos pondrían con gente extranjera (son propensos a intentar juntarnos, por aquello de que son costumbres muy diferentes las de uno y otros y así los que estamos menos acostumbrados pues vamos algo más cómodos) vosotros visteis al resto de extranjeros? Allí estábamos en una habitación para 6 con 2 tíos muy raros, otro hombre que no tenía un negocio de alfombras e iba todos los años a Alemania y otro que apenas molestó… pero ojo a los 2 raritos! El caso es que llegamos a Varanasi después de dormir lo que pudimos y allí nos encontramos con un chico australiano que ya había estado y nos pegamos a él como una lapa, compartimos tuk-tuk y llegamos a un hotelillo decente que estaba en la zona de arriba puesto que la de abajo estaba totalmente anegada por la lluvias y era de complicado acceso, nosotros nos quedamos ahí por un precio bastante razonable (3-4€), el australiano decidió bajar puesto que la habitación para uno valía casi lo mismo que la de dos, él iba con el presupuesto muy ajustado (llevaba casi un año viajando) y sabía de un sitio donde se podía quedar por una temporada a un precio más asequible.

Nosotros dejamos las maletas y nos fuimos de paseo con un guía que nos enseñaba la zona y corría a cuenta del hotel, Varanasi es la ciudad sagrada que habréis visto mil veces en los documentales sobre India, a su paso por esta ciudad el Ganges recibe muchos cuerpos incinerados desde los diferentes Gaths que hay por toda la ciudad. A mitad paseo la barriga empezaba a doler, no sabíamos si era por hambre por lo inhóspito del lugar o cual era la razón… el caso es que decidimos regresar al hotel para comer algo y continuar la marcha. Comimos en la azotea del hotel y algo cansados nos fuimos a dormir para continuar más adelante con la ruta planeada, pensábamos pasar allí unos días. Vaya que si los pasamos… Probablemente fue la siesta más larga de Borja en su vida, aquello derivó en una gastroenteritis aguda que no iba a mejor de ninguna de las maneras, estuvimos allí 3 días hasta que decidimos un día a las 7am comprar un vuelo de vuelta a España, eran demasiadas visitas al baño sin ir acompañadas de mejoría física, tras varios intentos fallidos de recuperación, teníamos un vuelo desde Varanasi a Nueva Delhi y de aquí a Londres para acabar llegando a Madrid donde cogeríamos el AVE con destino a Valencia.

La salida del hotel de Varanasi tuvo su aquel en el tuk-tuk  1hora hasta llegar al aeropuerto, todo estilo muy indio, eso sí agradecer a los señores encargados de la limpieza del aeropuerto su buen hacer y en particular a los que se encargan de los baños que están constantemente pendiente de uno. Tocaba coger el primer avión y no iba a ser cómodo en las condiciones que íbamos, estrenábamos compañía puesto que  nunca habíamos volado con Spice-jet (“la mejor compañía de India” por lo menos eso dice su slogan) aunque los precios eran muy apetecibles por lo visto para los vuelos destinan pilotos en prácticas porque Natalia asegura que fue el peor vuelo que ha cogido en su vida, yo sin embargo les estoy muy agradecido ya que nos dieron tres asientos para los dos y eso en las condiciones en las que iba… pues a uno le facilitaba todo un poco, vamos que pude ir tumbado!

La llegada a Delhi fue peor de lo esperado… Borja ya sin fuerzas y sin ganas de moverse relegó en Natalia en todos los aspectos, además en India pasa una cosa muy curiosa que no ayuda en absoluto si vas con gastroenteritis, cada terminal está custodiada por unos cuantos militares con metralletas que no te dejan entrar a no ser que lleves un billete de avión, imaginamos que es para que no se llenen los aeropuertos de Indios gandules que vayan solo para disfrutar de aire acondicionado y a ver qué ocurre por allí, que no se sería de extrañar en absoluto. El caso es que si el aeropuerto es internacional como era nuestro caso, pues tiene diferentes terminales (no precisamente juntas) como todos sabemos, nacional e internacional, y si sales de la de vuelos domésticos por muy mal que te encuentres ahí ya no entra nadie a no ser que lleve un billete de vuelo que salga de esa terminal, como muy bien te hacen constar los militares que custodian la entrada. La única opción es irte hasta tu terminal (a 25 minutos en bus), que en nuestro caso era inviable. Probamos suerte en la terminal que nos quedaba más cerca y recibimos la misma respuesta, así que lejos de continuar desde la terminal 4 a la 1 vimos un centro médico al que ya no dudamos en entrar sabiendo que teníamos 8 horas de escala. Desde el primer momento en que entramos nos trataron estupendamente y como suponemos recibirían gente así a diario pues todo bastante rápido… Tras 5 horas allí dentro unos cuantos goteros y una charla entretenida con uno de los enfermeros que está maravillado con el claqué, salimos como “nuevos”, por lo menos Borja ya podía andar por su propio pie sin tener que hacer uso de los trolley para disimular mientras andaba.

El siguiente vuelo iba a reventar pero nos llevaba directos a Europa concretamente a Londres  y después de algo más de 8 meses por ahí pues ya nos venía bastante bien, como si íbamos en la bodega, reiteramos el agradecimiento a los encargados de la limpieza de los servicios!

Una vez en Europa ya todo era mucho más sencillo y pronto llegamos a casa donde hemos disfrutados del verano a lo guiri, comiendo y saliendo por ahí todo lo que hemos podido, pero había que pensar en cual sería nuestro futuro, si volver a agotar la WHV o quedarnos ya en España, pero como somos unos culos inquietos pues cogimos el día 11 de Septiembre cogíamos nuestro vuelo que nos acercaría de nuevo poco a poco a Nueva Zelanda.

La primera parada fue… Italia! Ya descubrimos la ciudad en el siguiente post, que además disfrutamos del Museo (no decimos el nombre del museo, sino la ciudad sería evidente)  con una compañía especial  con los con reímos mucho y a los que nosotros conocíamos y sin embargo ellos no sabían siquiera de nuestra existencia…

Darle al coco y en breves os contamos de que va la historia! Hasta pronto!